El Futuro permite ser afrontado de dos formas distintas: prepararse con antelación o esperar que se presente y actuar consecuentemente.
Quienes no son partidarios de planes y prefieren esperar los acontecimientos, son los incrementalistas, que seguramente por su capacidad de improvisación, esgrimen argumentos referentes a la aleatoriedad del devenir, pues es cierto que nunca un hecho se produce de la misma forma, “cada día es un día diferente y las circunstancias que le acompañan también los son”, entonces, para este tipo de dirigente, no tiene demasiado sentido perder el tiempo en diseñar respuestas ante algo que no se sabe si va a pasar o no, y si pasa cómo, cuándo y en dónde va a pasar. Para ellos los acontecimientos de futuro son cuestión de buena o mala suerte.
Pero alguien definió Suerte como la combinación de la Preparación y la Oportunidad.
Pero fácilmente podemos constatar que aquellos que planifican, aquellos empresarios que se preparan con antelación responden con mayor eficacia que los que no lo hacen. El entorno es cambiante, sin duda, pero el ejercicio de planificar permite responder con mayor acierto y con mayor frecuencia que cuando no se hace.
Al referirnos a la planificación es importante destacar que nos estamos ocupando de una actividad tan antigua como el negocio mismo. La planificación en los negocios ha sido definida como un “proceso dirigido a unos objetivos junto a la toma de decisiones”
¿Qué es un empresario sino un planificador?